El viaje a Praga (I)

Jacob necesitaba una visita. Una visita como Dios manda. Me parece que se está pensando muy mucho lo de volver a España dentro de dos semanas. El viaje estuvo completito completito. Del 10 (realmente desde el Jueves 9) hasta el lunes 13 (algunos todavía no han aterrizado). El grupo de expedicionarios estaba formado por: Benji, Manoli, Luis, Josue, Juan de Dios, Oscar y Carlos. Dj no vino porque se temía una más que segura masacre contra él, y El Lobo no vino porque no se enteró. Llamó a Juan el sábado para ver si estábamos en el Lorien. En el Lorien no estábamos, estábamos en... en un museo.

Debido a que el avión partía el viernes a las 7.30 a.m., se decidió que el jueves noche se descansara en la barra de un garito. Así que, con las maletas, partimos hacia Madrid, donde Fernandito el Farma nos acogió con los brazos abiertos, y nos ayudó a tomar un respiro. Un par de cubatas, y otros tantos en el Cats, un sitio de pijos. Pero pijos pijos. De esos que no puedes dejar de mirar su peinado. Qué peinados tú.

A las 5, ya un poco mejor, nos fuimos a la T-4, a facturar las maletas, y a ponernos el chándal del Esquivias Tennis Club. Ya con el chándal puesto, una experiencia amarga. Debido a una confusión y a la gilipollez de no vender billetes de avión aún cuando vayan a quedar plazas libres, Manolo no pudo unirse al grupo. Un chasco.

Una cervecita en el McDonalds, un beso a Manoli, y a partir. A sobar en el avión, y aterrizando. Nos recibe Jacob, con la cara que nos esperábamos. "Pero bueno, y ese chándal. Joer Oscar, ya los has engañado a todos". (Nótese al lector novel, que Oscar -en la foto, el del medio de atrás- es el monitor de tenis en Esquivias).

Y justo al salir del International Airport of Prague o como se llame, la montera vuelve a caer boca abajo, el teléfono suena, y nos dice que Manoli llegará a la tarde-noche. Dabuti.

En el capítulo de mañana, no se pierdan cómo la expedición llega al hotel, y comienza la brutal ingesta de cerveza...